Tras aterrizar el avión a las 09.00 locales (07.00 GMT) en el aeródromo de Payerne (oeste de Suiza), su compañero Piccard, también visiblemente emocionado, resaltó que la proeza suponía "un paso adelante crucial para dar credibilidad" a sus intenciones con las energías renovables. "Las tecnologías limpias nos permiten acercarnos al vuelo perpetuo sin usar una gota de combustible", pregonó Piccard, presidente del proyecto.

A los mandos del aparato, Borschberg, instalado en una pequeña cabina donde disponía de una máscara de oxígeno y un paracaídas, se mantuvo despierto gracias al café, y saciado gracias a bocadillos y barritas energéticas. El piloto también contaba con un tubo conectado a un depósito de agua. "Ha sido el vuelo más increíble de mi vida en los 40 años que llevo pilotando, sólo viendo cómo los niveles de la batería subían y subían gracias al sol", detalló Borschberg.
Con 26 horas sin tocar el suelo, el "Solar Impulse" ha superado a la anterior marca de aviones de esta naturaleza, lograda en 1981, cuando otro avión solar ultraligero con un piloto a bordo, denominado "Solar Challenger", logró volar de Francia a Inglaterra en cinco horas. El "Solar Impulse" -con el que Piccard planea primero realizar un vuelo transatlántico y luego dar la vuelta al mundo en 2013- había logrado su mejor marca el pasado 7 de abril, cuando voló durante una hora y media.
El pasado 1 de julio, el "Solar Impulse" tuvo que posponer su primer vuelo nocturno debido a problemas técnicos que hubiesen impedido el seguimiento desde tierra de parámetros cruciales para la seguridad de la nave y su tripulación. La meta final de Piccard consiste en que el prototipo, con un coste de 70 millones de euros, circunvale el mundo con cinco escalas en cinco días dentro de tres años.
Este proyecto, que ha requerido cinco años de trabajo, entre simulaciones y su construcción, busca demostrar el potencial de las energías renovables, promover su utilización y probar el ahorro de energía que puede lograrse gracias a las nuevas tecnologías. Piccard, un aventurero de poco más de 50 años y nieto del inventor del batiscafo, Auguste Piccard, se convirtió en 1999 en el primer hombre en dar la vuelta al mundo en globo sin escalas.